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Artículo de la NASA del 22 de marzo del 2002:

continente de hieloHasta mediados de los años 90, cerca de 1,8 millones de kilómetros cuadrados de la Antártica central aparecían en los mapas como espacios en blanco. Esto fue resultado de que los satélites no fueran capaces de producir vistas detalladas del propio fondo del mundo (o de la cumbre del mundo, si lo dice un habitante del hemisferio sur). Era una de las pocas regiones del globo que aún permanecían como un misterio geográfico.

Hasta ahora, cuando un proyecto conjunto entre la NASA y la Agencia Espacial Canadiense (Canadian Space Agency) -- CSA: el RADARSAT-1 Proyecto de Cartografía de la Antártica, o RAMP -- ha cambiado la situación. Ya existen mapas generados por el satélite de radar de la misión, que revelan un continente cubierto de hielo en constante y sorprendente movimiento, incluyendo impresionantes riadas de hielo en el corazón de la Antártica y el desmoronamiento de icebergs cerca de las costas.

Durante cada pasada de 12 minutos sobre la Antártica, el radar capta franjas de 100 km de ancho y de hasta 2 500 km de longitud", explica el investigador principal del proyecto Kenneth Jezek, del Centro Byrd de Investigación Polar de la Universidad Estatal de Ohio. "Más de 4 500 imágenes sobrepuestas, con una resolución de 25 metros se combinaron en un mosaico para generar el primer mapa de alta resolución del continente antártico".

La mayor parte de la información fue obtenida durante una misión cartográfica dedicada a este propósito en el año 1997, indicó Jezek. Observaciones posteriores realizadas sobre los mismos lugares en el año 2000, mostraron los movimientos del hielo.

"Necesitamos cartografiar la Antártica detalladamente y luego observar los cambios que están en marcha, debido al aporte potencial de la capa de hielo de la Antártica al aumento del nivel del mar y de su relación especial con el resto de nuestro planeta", dice Waleed Abdalati del Programa de Ciencias Criosféricas de NASA. "Debido a las dificultades para llegar a este lugar remoto y hostil, donde en 1983 se midió la menor temperatura registrada en la Tierra: -54º C, las observaciones desde el espacio se hacen particularmente valiosas".

La Antártica es, sin lugar a dudas, un extraño territorio que merece la pena ser estudiado.

Jezek destaca que mientras la Antártica es ahora un desierto helado y con escasas precipitaciones de nieve (equivalentes a menos de 75 mm de lluvia al año) el registro fósil demuestra que la Antártica fue una vez tropical y que ahora es un potencial tesoro de recursos naturales aún desconocidos. Su capa de hielo, compactada con nieves que no se han derretido durante millones de años, alcanzan un espesor promedio de 3.300 metros y contiene el 70% de toda el agua dulce del mundo. Con una profundidad de hasta 4.680 metros, este hielo preserva congelada, capa sobre capa, la historia de la química atmosférica de la Tierra, de muchas de sus formas de vida microbiana y de los contaminantes aéreos. Es también un enorme y bien protegido almacén de meteoritos.

A pesar que el hielo de la Antártica es antiguo, no deja de tener vitalidad. El RADARSAT ha descubierto áreas donde hielo de agua dulce se mueve permanentemente desde el interior del continente hacia los océanos. Además, el continente está rodeado de "plataformas de hielo" (gigantescas láminas de hielo) que también están en constante cambio. Allí los icebergs se desgajan de las plataformas y se desplazan hacia el océano.

fragmento desprendidoA comienzos de este mes ocurrió una ruptura impresionante, al desprenderse toda la sección norte de la plataforma de hielo "Larsen B". Los científicos han seguido el acontecimiento utilizando imágenes del satélite Terra de la NASA. Cerca de 3.250 km2 de la plataforma (una región con un tamaño de 1,2 veces el de Rhode Island) se desintegró en un período de 35 días, a partir del 31 de enero, 2002. Los fragmentos de hielo formaron una "pluma" de miles de icebergs que ahora flotan a la deriva en el Mar de Weddell.

Los icebergs que se desgajan de las plataformas de hielo se derriten finalmente en las aguas más cálidas de los océanos, pero no elevan el nivel del mar. "Las plataformas de hielo ya están flotando", explica Abdalati. "Incluso antes que se rompan, ya han desplazado el equivalente de su masa en el agua del mar".

Si embargo, dice, si las grandes capas de hielo de la Antártica (que se apoyan en tierra firme) descargaran su masa en el océano, los niveles del mar podrían subir. Existe suficiente agua helada en la capa de hielo de la Antártica Occidental, por ejemplo, como para elevar el nivel global del mar en 6 metros. Si llegase a derretirse, alteraría además la salinidad del agua del mar amenazando a muchas especies marinas.

Los resultados de la misión RAMP muestran que las masivas capas de hielo de la Antártica son más activas de lo que antes se pensaba. Estructuras retorcidas se mueven hacia fuera desde el centro del continente, en todas las direcciones. En algunos lugares el flujo viaja a más de 1 kilómetro por año, mientras en otros se arrastra a menos de 10 metros en un año - su velocidad, al igual que la de los ríos de agua, depende de la profundidad de su cauce, el que se va acomodando al terreno.

"Las imágenes del satélite RAMP han revelado corrientes de hielo antes desconocidas, de cientos de kilómetros", continúa Jezek. "Cada una de estas zonas activas de la Capa de Hielo de la Antártica, descargan grandes volúmenes de hielo (de varios kilómetros cúbicos por año) en el mar. Hemos visto cómo una red de corrientes de hielo envía, anualmente, más de 30 kilómetros cúbicos de hielo al mar ¡una cantidad como para sepultar a Washington, D.C. bajo una capa de hielo de 600 metros de hielo cada año!".

"Es necesario determinar las causas de los cambios que observamos, afirma Jezek. "Podrían ser, en parte, el último suspiro de un largo período de glaciación, de la Época del Pleistoceno, que se remonta a 1,6 millones de años atrás, y que finalizó hace sólo 15 mil años. También podrían reflejar cambios cíclicos normales del clima, ya sea en el océano o la atmósfera polar -- o debido a la actividad humana, que pudiera estar produciendo cambios en la capa de hielo en un período más corto, ya sea de unos pocos cientos de años o incluso de unas pocas décadas".